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17 de noviembre de 2009

Martina García

Amar a morir, Rabia y Día naranja son las tres películas que Martina García estrena este año. Pero como cuando se trata de Martina mucho nunca es demasiado, le tenemos estas fotos para que se deleite.

Martina, Martina... ¿Qué se puede decir de Martina? Con esos ojos que tiene tal vez no sea necesario decir nada: todo lo que uno quisiera decir ya fue dicho por ellos. Y es que los ojos de Martina le dirán mucho más de lo que nosotros nunca podríamos, simplemente porque a esta mujer no se la puede definir fácilmente. ¿Inocente será la palabra, por su carita de niña buena? ¿O extravagante, como la describían algunos directores cuando llegaba a grabar vestida de gótica y de punk? ¿O tal vez intelectual, por haber estudiado Filosofía en la Universidad de la Sorbona y porque considera este hecho algo fundamental en su vida, de lo cual está muy orgullosa? Parecería que cada descripción que proponemos contradice a la anterior, pero en el caso de Martina es esta acumulación de opuestos la única forma de retratarla.

La otra opción es describir a Martina desde su profesión, la actuación. Todos la recordamos en la novela Amor a la plancha, y en películas nacionales como Perder es cuestión de método, de Sergio Cabrera, o Satanás, de Andy Baiz, pero ella ha estado en el mundo de la actuación desde muchos años antes, cuando era apenas una niñita y salía en el programa infantil Los niños se toman el mundo. Martina estudió actuación con Paco Barrero en Bogotá, en The Central School of Speech and Drama en Londres, y con Juan Carlos Corazza en Madrid. Pues considera que, como en cualquier otra profesión, en la actuación hay mucho que aprender y es necesario prepararse, pero al mismo tiempo también está convencida de que es básico tener un don, que describe como mucha fuerza interior, valentía, criterio y extrema sensibilidad.

Y como un bonus track, para terminar de entender a Martina, aquí está la respuesta que nos dio cuando le preguntamos que por qué había insistido en hacer estas fotos con un gatito: "La idea fue mía, lo pedí con insistencia, necesitaba un ser vivo y frágil para acercarme al desnudo con ternura e inocencia, y para que tuviera sentido".