Mónica Pardo Miss Yuca 1996

Que nunca entendí por qué el concurso tenía ese nombre y que nunca se lo pregunté a nadie.

Me acuerdo que Alejandro Villalobos animaba una especie de miniteca que se llamaba la “supermegafiesta”; que unos tipos a los que les decían Baro y Andrés bailaban house encima de los parlantes; que las pandillas de los Mempiros y las Pirañas caían a las fiestas; que comía pavo en esas mismas fiestas porque creían que era la hermanita de alguna de mis amigas.

Era responsable, educada, me comía todo lo que me servían, cruzaba la pierna como tocaba. Era tímida, estudiosa, algo tensa, no fumaba a escondidas en el colegio, no me gustaba sobresalir mucho, no me sentía la más bonita del mundo.

Alguien me contó que había oído mi nombre en radio y, sí, me sorprendí. Sentía que estaba en algo así como un concurso de belleza y, por mi forma de ser, me parecía chistoso. Me daba risa y algo de vergüenza al mismo tiempo.

Las clases de actuación me quitaron un poco la pena. Uno aprende a controlarla, más bien.

De todo: me gradué de Comunicación; fui periodista de Noticias Uno; estudié Actuación en Madrid; estuve en un grupo de electrorrock que se llamaba Angele Phase y le abrimos el concierto a Depeche Mode; actué en El cartel, en Las trampas del amor, en Niños ricos, pobres padres, acabo de terminar una serie con RCN que sale pronto y que se llama Dónde está Elisa… Y, como me veo chiquita, muchas veces me ha tocado interpretar a una niña de colegio o de universidad.

Sí, a veces me sueño que no me dejan graduar y me toca quedarme como tres años más con las chiquitas del colegio haciendo exámenes de cálculo y todo eso. Y ni siquiera en el sueño encuentro a alguien que me explique qué significa eso de Miss Yuca.