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21 de octubre de 2010

Símbolo sexual

El examen de inglés de Yeris Paola

Con su inglés criollo, esta candidata por Guanía al reinado de Cartagena en 1999 hizo reír a medio país. SoHo la acompañó a presentar un examen en Berlitz, y le tomó unas fotos que le quitan el habla a cualquiera. Quien ríe de último...

Por: Antonio García
. | Foto: Antonio García

1) In Cartagenin Hilton En el Reinado Nacional de Belleza del año 1999 hubo algunas concursantes que aún recordamos. La reina fue Catalina Acosta, quien después de una corta carrera en el modelaje ingresó a la política y fue diputada por Cundinamarca en representación del infausto político y cazador de elefantes Pablo Ardila; la señorita Valle, Carolina Cruz, quedó de virreina; de primera princesa quedó la hermosísima Raquel Jaramillo, representante de Caldas. ¿Alguien recuerda a la segunda princesa, Paula Andrea Illidge, señorita Guajira? ¿Y a Claudia Lucía Rey, tercera princesa y señorita Santander? No, pero tenemos muy presente a la señorita Cartagena, Karen Martínez, hoy esposa de Juanes, y quizá a Liliana Salazar, de Atlántico, quien luego sería actriz en A corazón abierto, la franquicia colombiana de Grey’s Anatomy. Quien ocupó el sexto lugar se llama Yeris Paola Sepúlveda, aspirante al reinado por el departamento de Guainía, y el país la recuerda por fingir que sabía inglés y se atrevió a hablarlo en una entrevista. Paola, entonces de 19 años, no mira hacia la cámara, pronuncia un par de interjecciones, se interrumpe y dice, riendo: “Espera un momento me ubico”. En ese segundo de respiro, mientras “se ubicaba”, ¿qué pasó por su mente? Quizá se preguntaba si debía admitir que en realidad no sabía inglés. El micrófono de Teleheraldo y el del Noticiero de las Siete permanecen acezantes frente a ella, como dos antorchas a punto de prenderle fuego en la hoguera del ridículo. Algo la ha impulsado a seguir, ya anunció que hablaba inglés y debía mantenerse, no le habían enseñado que las reinas pueden no saber; pensaba que las reinas, al contrario, debían responderlo todo, y continúa con la mirada perdida mientras dice “Em, aim from is so, is oules in sociality imel”, se detiene, blanquea los ojos y dice “me puse nerviosa, espérame yo te digo”. Aquí hay un corte. Algo sucede que no vemos, un lapso que fue suprimido en la edición. Dos conjeturas lógicas: la primera, para ese momento la periodista ya se ha dado cuenta de que Paola no tiene idea; la periodista podía evitarle el bochorno, podía decirle “oye, no sabes inglés, mejor no sigamos”. Pero no va a perder la oportunidad de hacer quedar mal a una reina de belleza. Yeris quizá dice que está nerviosa y no quiere seguir, que le falta práctica, quiere detener la entrevista, y es posible que la periodista —y esta es la segunda conjetura— le insistiera. Ha encontrado una veta y la explotará, le han dado papaya y ella está dispuesta a partirla. Ante la insistencia, Paola continúa: “La verdad es que yo hablo el inglés pero lo hablo muy despacio, entonces te contesto muy despacio”, se alcanza a oír que la periodista dice “despacio”, dándole ánimo, impulsándola, y hay un nuevo corte. ¿Qué sucedió? No lo sabemos porque se nos ha escatimado esa otra parte de la entrevista. Podemos, sin embargo, imaginarnos el forcejeo entre una vencida Yeris y una periodista degustando el remate de su caída, el colofón de su paso en falso: “Ai lovin in fro eh… ai loven in colombia, eh… its, its ain felicin eh…de estanli Cartagenin Hilton… eh… eh…”. Ha sido suficiente, sonríe, acaba de ganar un lugar en el paredón de las reinas que dan respuestas huecas o absurdas. “¿Qué más te digo?”, concluye, suplicante, como preguntándole a la periodista si ya ha sido suficiente humillación. Ella tan solo recuerda el antes y el después de la entrevista. Por eso tampoco puede corroborar qué pasó en los dos cortes que tiene la nota. En ese momento tampoco parecía que el asunto iba a tener alguna importancia. Ella se olvidó, era una entrevista más, nada de qué preocuparse. Pero, cuando pasaron los resúmenes del reinado, se repetía una y otra vez su cómico remedo de inglés. Paola cuenta que cuando se vio en televisión pensaba “¿yo dije eso?”, y durante mucho tiempo se lo reprochó y sintió vergüenza. La avalancha de burlas no impide que al año siguiente sea elegida para representar a Colombia en Miss Turismo Internacional, celebrado en la isla de Malta, certamen en el que conquista el segundo lugar. Allí la descubre una empresa nipona llamada Source Tribute Inc., que le propone sacar una muñeca con sus rasgos. Fue así como viajó a Los Ángeles y se sometió a pruebas, moldes y fotografías para diseñar la Yeris Paola Doll, que aún se vende muy bien en Japón, país al que viaja, al año siguiente, en gira promocional, así como a Inglaterra y otros países gracias a su galardón en Miss Turismo. En 2003 empieza trabajar con la famosa agencia Wilhelmina, por ello debe viajar dos o tres veces al año a Nueva York y Miami para castings y sesiones fotográficas. En una primera tentativa por enfrentarse con el demonio del inglés, se inscribe en el Colombo Americano y toma clases durante cinco meses. Entre 2004 y 2006 se repite la rutina de viajes y trabajo. Ella sabe pedir algo en un restaurante o preguntar la hora, pero casi siempre está cohibida, no se siente capaz de hablar más de alguna frase necesaria. Un día decide que ha sido suficiente, que no va a huir más. Hace gestiones y se va, el 20 de enero de 2007, para Melbourne, Australia, a estudiar inglés. Al principio llega a una casa de familia en Thornbury, uno de los suburbios. Ahí vive con Rose, una señora con tez de porcelana, muy amigable, y su hijo Jackson, un skater de 11 años. Dos meses después se pasa al centro de la ciudad con una amiga colombiana. Allá no tiene que trabajar limpiando casas ni de mesera, pues por intermedio de Wilhelmina hizo contactos que le permiten trabajar modelando ropa de marcas locales como Lolita Clothes, Sports Girls y Billabong. Estudia todos los días de once de la mañana a cinco de la tarde, se enfrenta al áspero acento australiano, hace amigos, suelta la lengua y un día descubre que, por fin, se ha perdonado a sí misma. Regresa a Colombia el 27 de agosto de 2007, speaking english, por supuesto. 2) In Berlitz Paola llega a la escuela de idiomas Berlitz para presentar un examen de inglés. Espera en un lobby en el que hay una cafetera y algunas mesas, hasta que la hacen subir a un aula en el tercer piso, donde la recibe el senior instructor Óscar García y charla con ella durante diez minutos. Qué hace, para dónde va cuando salga de allí, si ha ido a otros países, si está comprometida… un interrogatorio completo. Según él, Paola “tiene buenos conocimientos del idioma, puede desenvolverse sin problemas. Su comprensión es amplia. Hubo un par de casos en que tuvo alguna dificultad, pero estuvo muy bien. Tiene algunas fallas en pronunciación y uso de preposiciones, pero en general logra comunicarse y entender todo”. Luego viene un examen on line que dura más de dos horas a puerta cerrada. Cuando Paola termina, ya está anocheciendo. Su puntaje total es 416 de 800 posibles. Eso implica, según los estándares de evaluación, que “comprende las ideas principales cuando el discurso es claro y normal y se tratan asuntos cotidianos que tienen lugar en el trabajo, en la escuela, durante el tiempo de ocio, etc. Comprende la idea principal de muchos programas de radio y televisión que tratan temas actuales o asuntos de interés personal o profesional, cuando la articulación es relativamente lenta y clara. Además entiende textos redactados en una lengua de uso habitual y cotidiano o relacionada con el trabajo, y comprende la descripción de acontecimientos, sentimientos y deseos en cartas personales”. Hoy, Yeris Paola Sepúlveda está convencida de que, si se devolviera el tiempo y tuviera de nuevo la oportunidad participar en el Reinado Nacional de la Belleza, volvería a hacerlo, pero cuando tuviera unos 23 años y la personalidad necesaria para aceptar que no sabe algo. Dice que en ese momento no se estaba dando cuenta de lo que estaba diciendo. Tenía el cerebro en blanco. Considera que ese tipo de respuestas son producto de los nervios, la presión y la inexperiencia. “La niña que dijo que Confucio inventó la confusión… yo la entiendo perfectamente. O la de hombre con hombre, mujer con mujer, yo sé qué se siente”. Son momentos en que, sin tomarse un respiro, huyen hacia adelante, diciendo cualquier cosa y tratando de redondear una idea que no tienen clara ellas mismas. Hace poco, con motivo de ambas metidas de pata, su caso ha vuelto a reflotar. Han pasado 11 años desde entonces. El video, en todas las versiones de YouTube, cuenta con un millón de reproducciones. Ella se lo toma con humor. Tanto, como para prestarse a tomar un examen de inglés y hablar de su episodio “bilingüe” con desparpajo y sinceridad, sin ningún tipo de vergüenza. Al despedirnos, dice, bromista, “Espero que esta entrevista quede full amazing”. Luego se ríe, y no es la risa nerviosa de una niña atrapada diciendo mentiras: ahora es la sonrisa de una hermosa mujer que ha aprendido el valor de sus palabras. Y que, además, sabe inglés.

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