19 de marzo de 2014

Blog: Vergonymous

Coman Bon Ice

Este texto no es un publirreportaje pagado por la marca, aunque incluso a mí me cueste creerlo. Léase como un caso de éxito en manejo de imagen, fálica.

Por: IVÁN BERNAL

Esta entrada no es patrocinada por la marca de helado líquido, aunque incluso a mí me cueste creerlo. Léase como un caso de éxito en manejo de imagen.

Es que acabo de ver a Jessica Cediel engulléndose una barra roja que tenía chorros de leche encima. Condensada. Fusión de moras con leche, dice la publicidad que rota en las mañanas de domingo.

No sé qué habrá pasado con sus nalgas, en qué quedó el rollo de los biopolímeros que le inyectaron. Y ha dejado de importar. Porque, por lo visto, se puede corroborar que lo chupa con una maestría formidable.


Entiendo que se han estado promocionando películas con ella, y quizá aprovechan la coyuntura. Desconozco qué tal actuará, y no tengo mucho interés en averiguarlo. Pero es espléndido cómo come Bon Ice. Se lo mete todo. Si maneja así sus coyunturas, tiene gran potencial para consolidarse como nuevo ícono sexual.

No parece producto del trabajo del director. Creo que ella reveló sus talentos publicitarios con naturalidad, ante la oportunidad al tener la barra en frente. Esa forma de abrazar con sus labios el tubo enrojecido, me ha levantado la imagen de la marca duramente.

La rompieron. ¿Qué mejor símbolo fálico que una bolsa que, para abrirla, hay que echar el forro hacia atrás de un jalón, tal como ocurre con la mondá?
Mujeres del mundo, por favor lean atentamente: deben comer Bon Ice. Así se hace. Se ven bellas. Nos hacen admirar la posibilidad de poder besarlas. De que nosotros seamos su Bon Ice.

Quizá los haya comido, en la batalla contra el calor. En tierra fría no tiene mucho sentido, pero créanme que a las afueras del estadio Metropolitano en Barranquilla, al mediodía, cobra gran cotización de mercado. Refrescan, y comí muchos en épocas de colegio. Se regó el temor de que podía transmitir enfermedades, por eso empezó a llegar con una bolsita de protección adicional, con su particular apertura. La debilidad se erigió como una tremenda fortaleza. 

Sus publicidades, hoy, son notablemente placenteras. Y Jessica, no me tomes a mal, solo te amo.

Desconocía la potencia que tienen para revelar grandes aptitudes orales en las mujeres. Como las de Jessica, que no son cualquier cosa. ¿Cuántas tomas habrán hecho? ¿Qué capacidad tendrá frente a otros materiales, más manejables?

Pone de relieve la importancia de recuperar la dignidad de un plan que puede parecer sencillo, hasta tacaño o machucho para muchos: la invitada a comer Bon Ice en un parque. Ayuda a economizar, el futuro es incierto. A veces no habrá más plan que ir a sentarse en un bordillo a chupar.

Los hombres comemos el Bon Ice machacado, a mordiscos. Al regalárselos a ellas cobra otra utilidad. Son ellas las que le dan besos a la barra, antes de tragársela.

Me enteré de que en Rusia hay una iniciativa de una escuela para enseñarles a las mujeres a practicar sexo oral. En Japón, se hacen capacitaciones con falos de plástico. La gracia de la educación es adaptarse a las condiciones del ambiente. 

Si fuéramos un poco más innovadores y quisiéramos emprender una iniciativa similar, podríamos sencillamente darles un Bon Ice, con una breve explicación y una dirección en una etiqueta.

Los pringos de leche son una gran adición. Facilitará muchas cosas y ayudará a tímidos a dar el gran paso. ¿Quieres un Bon Ice? Claro, yo te lo abro pero si tú le sacas la leche.

Podríamos crear incluso el #ClubDeAmigosDeBonIce, y gestionar descuentos para los afiliados. 

Dirán que yo todo el tiempo ando pensando en que me la chupen. Eso es razonablemente inequívoco. Lo cual no hay forma de contradecir. Los huevos se llenan todos los días.

Empezaré con un compromiso personal. Nunca más invitaré a alguien a comer helado. De ahora en adelante, cuando me encuentre con una mujer bonita e inteligente, con la que sienta que la química juega a nuestro favor, le propondré respetuosamente ir a comer Bon Ice al parque más cercano. Cuando quieras te invito a comer el nuevo sabor. Tú pones las moras, yo pongo la leche.

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